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La vida de los deportistas de élite no suele ser sencilla. Muchas veces, los fans y espectadores simplemente nos quedamos con la gloria de verles levantar trofeos o ganar mucho dinero gracias a sus contratos millonarios. Sin embargo, lo que hay detrás es un sacrificio enorme, que no muchos están dispuestos a tomar. Y es que el deporte profesional es un mundo hipercompetitivo en el que necesitas estar al cien por cien en todo momento, y aun así, los resultados no están asegurados. Hace falta no solo una envidiable forma física, fruto de un entrenamiento durísimo, sino también una mentalidad ambiciosa y ganadora. Y todo para llegar a la gloria durante unos minutos, con suerte, y tener que retirarte antes de los 40 años, porque ha pasado tu mejor momento. Los deportistas profesionales deben ser muy conscientes de lo poco que dura su trayectoria al más alto nivel, y estudiar alternativas para cuando tengan que dejarlo.
De lo contrario, un traspiés puede echar por tierra el trabajo de toda una vida. Triste pero cierto, y sobre todo, más habitual de lo que parece. Por desgracia, hay muchos profesionales que han tenido experiencias nefastas, después de una vida de éxitos, y lo primero ha podido con todo lo demás. Un pequeño fallo en un momento decisivo, y nadie recordará todo lo que has conseguido anteriormente. En el Mundial de fútbol de 1994, Andrés Escobar tuvo la mala fortuna de marcar un gol en propia puerta que supuso la eliminación de su selección, Colombia. Días después fue abatido a tiros por el chófer de un narcotraficante en Medellín. Este caso extremo es uno de los más crueles, pero no el único, ya que por desgracia las amenazas a los deportistas, especialmente en equipos de fútbol, son demasiado habituales. La presión de los aficionados, la prensa y la crítica pueden ser igualmente dañinas, y es que la memoria de la gente es muy corta, y los triunfos apenas duran un instante. El caso de Suzy Favor Hamilton es de los que pone los pelos de punta, por la forma en la que esta atleta estadounidense fue tratada, casi empujada a un fatal desenlace.
Favor nació en Wisconsininstituto se erigió como una de las mejores atletas juveniles del país, especializándose en las carreras de 1.500 metros. Aunque en Estados Unidos hay buenos atletas en todas las disciplinas, la media distancia no suele ser precisamente la categoría donde más se destaque, menos en atletismo femenino. Lo cierto es que Favor se convirtió en la esperanza de todo un país cuando debutó en los Juegos Olímpicos de Barcelona, con 23 años. No consiguió entrar en la final, pero solo con estar ya parecía suficiente.
Suzy Favor logró convertirse en una de las atletas más destacadas del país, que en aquellos tiempos se preparaba para los Juegos Olímpicos de Atlanta. Las esperanzas estaban puestas en la joven corredora, que siguió entrenando al más alto nivel mientras tenía que lidiar con ciertos problemas de salud que podían lastrar su rendimiento. Favor se clasificó para aquellas Olimpiadas y corrió tanto en 1.500 como en 800 metros, donde quedó cuarta en su ronda de clasificación. Sería seguramente el punto culmen de su carrera, aunque ella no lo sabía en aquel momento. A partir de ahí, y ya acercándose a los 30 años, Favor comenzó a bajar su rendimiento pero logró clasificarse aun así para los Juegos Olímpicos de 2000 en Sidney, Australia.
Aquí llegaría su verdadero calvario. Tras conseguir una buena clasificación para la final, quedando segunda en su serie, sufrió un percance en la carrera definitiva de 1.500 metros. Aquel traspiés, cuando parecía que tenía muchas opciones de medalla, la hizo pasar de ser una estrella a quedarse en nada. Según admitió más tarde, sufrió un ataque de ansiedad en ese momento, quedándose paralizada. La gran esperanza femenina del atletismo estadounidense no supo levantarse de aquel traspiés, y su pasión por el atletismo se desvanecería. De hecho, en los años posteriores su figura quedó muy opacada, y aunque se le seguía teniendo respeto por su afán de superación, los contratos dejaron de llegar. Fue entonces cuando Suzy Favor encontró una alternativa a la vida que había llevado hasta ese momento, dejando de brillar en las pistas para hacerlo en Las Vegas, pero no de la manera habitual…
Favor asegura que fue en Sidney, tras aquel bloqueo, cuando empezó a interesarse por la prostitución de lujo. La chica entendió que si no podía brillar en la pista, como llevaba haciendo tanto tiempo, tal vez podría ganarse la vida brillando en la cama. Era una mujer atractiva, con un cuerpo tonificado gracias al deporte y los entrenamientos, y con una gran ambición. Esto también lo da el deporte, como condición imprescindible para llegar verdaderamente lujo cuando te enfrentas a tanta competitividad. Al volver a Estados Unidos, Favor tuvo que enfrentarse a problemas de salud debido a su bipolaridad. Llevaba tiempo medicándome para evitar ataques de pánico y ansiedad, y eso también pudo perjudicarle en su rendimiento.
Se lanzó al mundo del sexo profesional y consiguió abrirse paso como escort de lujo en Las Vegas. Bajo el seudónimo de Kelly Luny, la ex atleta llegó a ser una de las mejor pagadas en la Ciudad del Pecado, cobrando 600 dólares por hora. En el año 2012, su trabajo como escort salió a la luz por unas informaciones recogidas en los medios, y ella tuvo que enfrentarse a la prensa y al pueblo estadounidense. Reconoció haber trabajado como prostituta de lujo durante algún tiempo, y haberlo hecho inducida por la medicación de su trastorno, y tras no poder superar la muerte de su hermano. Favor perdió muchos sponsors cuando todo salió a la luz, pero igualmente fue incluida dentro del Salón de la Fama del Atletismo de Estados Unidos.
No es la primera vez que una persona pública debe enfrentarse a la revelación de una doble vida, pero en el caso de Favor, la situación fue mucho más crítica. Había pasado página, estaba felizmente casada y tenía una hija cuando en 2012 todo estalló. La atleta vio como toda su vida se derrumbaba, y mucho antes de ponerse de moda estas discusiones, ya habló de la importancia de la salud mental en los atletas de élite. En 2015, Favor entendió que la mejor manera de hacer terapia con este tema era lanzar un libro, Fast Girl, en el que contar toda su historia, desde su propio punto de vista. El relato fue todo un best seller y le permitió cambiar la imagen que muchos tenían de ella tras desvelarse que había sido escort de lujo. La prostitución, dijo, le había atraído de la misma forma que el atletismo, simplemente porque le permitía destacar.