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El mundo está lleno de museos, lugares donde el conocimiento, la historia y la cultura se concentran para ser contemplados por visitantes llegados desde todas las partes del planeta. Desde los más importantes como el Louvre de París o el Museo de Historia Natural de Londres a los más ricos, como los Museos del Vaticano o el Smithsorian de Nueva York, estos lugares son visitados día a día por turistas que quieren conocer los secretos de una ciudad o de un tema concreto. Porque hay museos que hablan de la historia, pero muchos también del arte. Y no de un arte cualquiera. Los museos llenos de cuadros y esculturas han quedado ya anclados en el pasado. Hoy en día podemos encontrar museos dedicados a todo tipo de temáticas, de las música al fútbol, pasando por la brujería, la literatura o incluso el sexo.
En 2014 abrió sus puertas el Red Light Secrets, un museo ubicado en el famoso Barrio Rojo de Ámsterdam. Como puedes imaginar, la temática de este museo tan especial tiene que ver con la prostitución, el trabajo que ha hecho popular a esa zona de la capital holandesa. Y es que un museo de este tipo no podía abrir en ninguna otra ciudad del mundo que no fuera esta, por todo lo que el sexo supone en Ámsterdam, pero también en toda Holanda. Es cierto que la mayoría de visitantes buscan el morbo de entrar en un museo de lo “prohibido”, donde desde luego no faltan los juguetes sexuales y las historias subidas de tono. Pero la intención de sus creadores e impulsores es ofrecer a los visitantes una visión mucho más realista de este trabajo. Que lleguen a sentirse incluso como prostitutas, observadas a través de las ventanas que dan directamente a la calle. Un reclamo, un poco de empatía para entender qué lleva a estas mujeres a ejercer el oficio más antiguo del mundo. Porque como buen museo, el Red Light Secrets también tiene mucho de educativo.
Cuando el museo abrió sus puertas en 2014, el evento recibió la atención de todo el mundo. La noticia cubrió diarios de todo el planeta, y fueron muchos los sorprendidos por esta apertura tan osada. Y es que el Red Light Secrets es el primer museo dedicado a la prostitución que se abre en todo el mundo. Un tema que todavía hoy, en pleno siglo XXI, sigue generando muicho debate, y provocando también tabúes en muchas personas. La prostitución es considerada la profesión más antigua del planeta, pero siempre ha estado apartada de la sociedad, marginada. En algunas épocas se la consideraba un “mal menor” para evitar que los hombres fueran más violentos o cometieran violaciones. Pero las prostitutas siempre eran marcadas y señaladas.
La idea del museo era recoger, a través de sus numerosas estancias, la vida de las mujeres que desde hace siglos se dedican al comercio sexual en la capital holandesa. Cada estancia se asemejan a una de las alcobas en las que estas chicas trabajaban. Desde las más humildes a las más modernas, pasando también por esos lugares especiales, como las salas de BDSM, llenas de látigos, cadenas y todo tipo de juguetes sexuales. El museo cuenta también con habitaciones que dan a la calle, donde los visitantes pueden sentarse en réplicas exactas de las sillas que las prostitutas han utilizado. Allí, al otro lado de la ventana, con la luz roja en sus rostros y la mirada de los viandantes sobre ellos, muchos empiezan a entender realmente lo que supone convertirse en amante profesional.
Países Bajos, la denominación oficial de la nación que comúnmente conocemos como Holanda, siempre ha sido un país de contrastes. El protestantismo caló hondo en su momento, tras la histórica Reforma Luterana, y fueron muchos los holandeses que también emigraron siglos después a América para establecerse en diferentes colonias. Sin embargo, la historia de Países Bajos y más concretamente de Ámsterdam no puede explicarse sin el sexo. La ciudad comenzó a tener un gran apogeo ya en el siglo XIV, gracias a la actividad portuaria. Barcos de toda Europa llegaban a estos puertos, y el primer barrio que existía en la ciudad, Der Wallen, comenzaba a llenarse de comercios… y de prostitutas.
No es de extrañar tampoco que sea el mismo lugar que hoy conocemos como Barrio Rojo. La ciudad siguió expandiéndose a través de los canales a otras zonas, pero el verdadero origen de Ámsterdam está aquí, en el barrio de las prostitutas. Toleradas por siglos, fueron repudiadas posteriormente y solo en el siglo XX se volvió a tener cierta laxitud con ellas. Ya en el año 2000, el gobierno holandés decide legalizar por completo la prostitución en el país, buscando una mayor estabilidad para estas trabajadoras sexuales. Por desgracia, aquellas leyes bienintencionadas no cambiaron demasiado, y el trabajo de prostituta sigue estando hoy mal visto y estigmatizado por el resto de la sociedad, a pesar de pagar sus impuestos y trabajar como cualquier otro profesional.
Ya lo comentábamos arriba, no hay una ciudad mejor que Ámsterdam para acoger este tipo de museo, porque es uno de los sitios con mayor libertad sexual del mundo. Al contrario que en otros lugares donde la prostitución también está muy asentada, en la capital holandesa este oficio es legal, así que las chicas no tienen que esconderse. Crear un museo sobre prostitución en un antiguo burdel era una idea que llevaba mucho tiempo en la mente de los impulsores del proyecto, y por fin en 2014 pudieron cumplirla. Además, ubicarlo en el barrio Rojo, donde muchos clientes con ganas de pagar por sexo cruzan cada día, es una opción inmejorable para que entiendan mejor qué tipo de servicios están pagando y cómo viven las mujeres a las que contratan.
El museo, conocido como Red Light Secrets, se encuentra ubicado en el famoso Barrio Rojo de Ámsterdam. Concretamente está en la calle Oudezijds Achterburgwal, número 60. Junto a un canal y a una plaza que anteriormente había sido un cementerio, pero que hoy es un hervidero de vida, por irónico que parezca. El museo abre todos los días del año, incluyendo algunos festivos, entre las 12 de la mañana y las 8 de la tarde. La última admisión para verlo es 15 minutos antes del cierre. En cuanto a las entradas, el museo tiene un ticket único de 13 euros, solo para mayores de edad. Es decir, no se puede entrar con niños ni menores, solo adultos. El museo tampoco es accesible a visitantes en silla de ruedas, por desgracia.